Los seres humanos creemos que la mera existencia nos da derecho a cambiar las cosas, hay veces que nos gusta jugar a ser un ente supremo y crear, porque imaginación nunca nos ha faltado, pero por alguna extraña razón la mayoría de las veces nuestras nuevas creaciones nos causan malas pasadas y se vuelven en contra nuestra, causando caos y destrucción a su paso.
Otras veces, como pasaba antiguamente con la creación de los aviones y los barcos, intentamos conquistar el cielo y la tierra, cada vez ampliando más y más nuestras fronteras, sin importar el coste, el esfuerzo o las vidas humanas que se pierdan por el camino, solo importa un fin, llegar más allá que los demás. Porque el afán de superación solo es eclipsado por el de superar a otros, sino, no tendría sentido tanta curiosidad.
Todo se reduce a una palabra, Poder, tener el control de nuestras creaciones, de los territorios y de otras personas, intentando expandirnos lo máximo posible, que nuestra existencia tenga un sentido, que seamos recordados por otros y que con la inevitable muerte no seamos relegados al olvido, que nos quieran o nos odien eso no importa siempre y cuando estemos ahí, en los pensamientos de los demás, porque si una palabra acompaña al Poder es el Miedo, un temor a todo lo que nos rodea y que nos puede arrebatar nuestro momento de gloria.
Esa es la razón de que seamos como somos, ya que en el fondo somos animales salvajes, puede parecer que con el paso de los eones nos hemos vuelto más civilizados, pero nuestra naturaleza es innata, y no puede ser ignorada por más rápido que halla crecido nuestra inteligencia pero en el fondo nos comportamos como ellos, luchamos por sobrevivir en nuestra propia jungla, que nuestra extirpe sea la dominante, e intentando escalar sobre los demás si fuese necesario.
Es inútil luchar contra lo que esta escrito en nuestro genoma desde la mismísima creación del mundo, porque por mucho que intentemos evitarlo, de alguna u otra manera volveremos a hacerlo, creando nuevas y peores maneras de superarnos, solo hasta que acabe el mundo nosotros dejaremos nuestra soberbia o nuestra dominación sobre todo el entorno que nos rodea, ese es nuestro auténtico sino, la razón de una existencia que, para muchos, todavía es cuestionable.
Otras veces, como pasaba antiguamente con la creación de los aviones y los barcos, intentamos conquistar el cielo y la tierra, cada vez ampliando más y más nuestras fronteras, sin importar el coste, el esfuerzo o las vidas humanas que se pierdan por el camino, solo importa un fin, llegar más allá que los demás. Porque el afán de superación solo es eclipsado por el de superar a otros, sino, no tendría sentido tanta curiosidad.
Todo se reduce a una palabra, Poder, tener el control de nuestras creaciones, de los territorios y de otras personas, intentando expandirnos lo máximo posible, que nuestra existencia tenga un sentido, que seamos recordados por otros y que con la inevitable muerte no seamos relegados al olvido, que nos quieran o nos odien eso no importa siempre y cuando estemos ahí, en los pensamientos de los demás, porque si una palabra acompaña al Poder es el Miedo, un temor a todo lo que nos rodea y que nos puede arrebatar nuestro momento de gloria.
Esa es la razón de que seamos como somos, ya que en el fondo somos animales salvajes, puede parecer que con el paso de los eones nos hemos vuelto más civilizados, pero nuestra naturaleza es innata, y no puede ser ignorada por más rápido que halla crecido nuestra inteligencia pero en el fondo nos comportamos como ellos, luchamos por sobrevivir en nuestra propia jungla, que nuestra extirpe sea la dominante, e intentando escalar sobre los demás si fuese necesario.
Es inútil luchar contra lo que esta escrito en nuestro genoma desde la mismísima creación del mundo, porque por mucho que intentemos evitarlo, de alguna u otra manera volveremos a hacerlo, creando nuevas y peores maneras de superarnos, solo hasta que acabe el mundo nosotros dejaremos nuestra soberbia o nuestra dominación sobre todo el entorno que nos rodea, ese es nuestro auténtico sino, la razón de una existencia que, para muchos, todavía es cuestionable.
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