20 ene 2011

Relato: As De Corazones

La última carta empezó a dar vueltas lentamente por el aire, por delante estaba amarillenta, pero todavía podía distinguirse el seis de trébol en ella, mientras que un intrincado mosaico color azul cubría el reverso, al final fue a posarse en el suelo, pero ni remotamente cerca del sombrero de tejano, que hacía el papel de canasta. El hombre masculló una maldición por lo bajo mientras procedía a recoger la baraja diseminada por el suelo, ni una sola carta descansaba dentro del sombrero, su puntería era horrible.

Miró su reloj por cuarta vez en la última media hora, Marilyn se estaba retrasando más que de costumbre, y eso sumado a su mal jugar, le hizo sentirse de mal humor. Barajó las cartas de nuevo, y le dio la vuelta a la primera, allí estaba el as de corazones, una carta emblemática, la cogió entre el índice y pulgar derechos, y guiñando un ojo, fue trazando mentalmente la trayectoria que debería de hacer la carta, para que aterrizara en el sombrero, que se encontraba a unos tres metros del hombre sentado en el suelo, parecía como si el tiempo estuviese parado, ni un soplo de aire se atrevía a molestar la concentración del hombre que respiraba lentamente, entonces, cuando estaba a punto de soltar la carta, la puerta se abrió de par en par, fue todo tan repentino que sobresaltó al hombre, que hizo caer la carta, la cual fue a descansar sobre su pie derecho, otra maldición salió de los labios del hombre que giró su cabeza hacia la puerta, pero se calló inmediatamente cuando vio lo que allí se encontraba.

Era una visión perfecta, Marilyn estaba en la puerta simplemente radiante, su cabello rubio estaba engominado hacia atrás, dejando a la vista un rostro blanco libre de imperfecciones, además, llevaba un vestido color crema de una tela vaporosa que dejaba al descubierto sus hermosas pantorrillas, se acercó hasta él lentamente y le ofreció la mano, el hombre no dejaba de mirarla, en un segundo se había olvidado del rato que llevaba esperándola, la cogió de la mano y se incorporó, ella miró la carta olvidada con cara divertida y con un leve movimiento, la cogió para dejarla nuevamente en la baraja, después juntos abandonaron la habitación, el hombre ya no estaba de mal humor, porque sabía, que a pesar de todo, era el hombre mas afortunado del mundo.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Diseño Por Victoria W. (Base Por Free Blogger Templates)